Fíjese como los favoritismos generan envidia y enojo, y como la ingenuidad puede llevar a una catástrofe.
JOSÉ ES ABORRECIDO POR SUS HERMANOS
Israel (Antes llamado Jacob) tuvo doce hijos y José fue el penúltimo de las llamadas doce tribus de Israel, desde muy temprana edad fue aborrecido y arduamente envidiado por sus hermanos; Los motivos del rencor eran fundamentalmente porque su padre lo quería y valoraba más que a sus otros hijos por las siguientes circunstancias:
En la pugna de poderes familiares, su padre lo tenía designado como el escogido para recibir su bendición, es decir, era el perfilado para ser su sucesor directo, además tenía el don de la premonición de sueños y su madre era Raquel, la mujer que Israel siempre amo por encima de todas las demás esposas y porque finalmente, simplemente le agradaba de manera natural, hallo gracia sin peros en el muchacho.
Israel, ante el gran amor que sentía por su hijo José, un día cualquiera, le manda a confeccionar una vistosa túnica colorida, que claramente resaltaba por encima de todas las del resto de su familia y que tenía un contexto simbólico de preferencia ante los ojos de los demás.
Caminaba entonces el adolescente, con su tunicon puesto ante
las miradas siniestras de sus hermanos, sus intenciones eran inocentes, sin
malicias, nacían del fruto del amor, pero contraproducentes ante la naturaleza intrínseca
de la condición humana, este acto enalteció los celos de sus otros hijos y ayudo
al desprecio hacia José.
LOS PRIMEROS SUEÑOS DE JOSÉ
Y ante la falta de tacto de Israel y José, que parecen no
darse cuenta de los problemas que traen los favoritismos y las exhibiciones de
amor confeso; Le confiesa José a su familia un sueño que acaba de tener.
Escuchadme todos, prosigue José, anoche soñé que atábamos
racimos en la llanura y mi manojo se levantaba erguidamente y derecho, mientras
que los otros que sostenían todos ustedes se inclinaban ante el mío.
Y le responden sus hermanos: Y ese sueño que quiere decir, ¿Qué
serás nuestro señor?, que nos mandaras a tu antojo y te tendremos que hacer venías
ante tu presencia.
Pasados los días, vuelve incautamente José a referirle a sus
hermanos y a sus padres un nuevo sueño y les manifiesta: Hasta el sol, la luna
y once estrellas se inclinaron ante mí en el medio de mi sueño.
Y esta vez hasta su mismísimo padre se inquieta y le dice:
Entonces ahora hasta tu madre, tus hermanos y yo, ¿Nos postraremos en la tierra
ante tu presencia?, es eso lo que nos quieres insinuar, pequeño jovencito.
Día a día crece el aborrecimiento, la envidia y los celos
ante todo lo que representa el joven José y él, inocentemente, sin picardía
alguna, echándole leña al fuego con sus comentarios y sueños incendiarios,
mientras que su padre empieza por fin a tomar conciencia de las posibles vicisitudes
adversas de estos hechos.
JOSÉ ES VENDIDO COMO ESCLAVO
Pasadas todas estas imprudencias, los hermanos de José, como
es de costumbre, se dirigen a apacentar sus ganados y a organizar sus labores
rutinarias del campo. Y le pide entonces Israel a José lo siguiente: Hijo mío,
porque no vas con tus hermanos, ve con ellos y aprende de sus destrezas y luego
me comentas como estuvo la jornada.
A lo lejos se divisa que se acerca la silueta de José,
adornada con la túnica colorida y empieza a sus hermanos a hervirles la sangre
como si de un gran enemigo se tratara, sus poros derraman envidia, sus mentes
solo pueden pensar en el mal y sale a flote una macabra conspiración contra el
destino de José, una que no tiene marcha atrás, gestionada por su propia
familia.
Y siguen conspirando entre ellos: Matemos a este pobre adivinador
de sueños, quitémosle el tunicon y envolvámoslo en su mismo trapo, echémoslo en
ese estanque profundo y luego diremos que no sabemos nada de él o digamos que
quien sabe que bestia o animal feroz se lo trago.
Pero Rubén, uno de sus hermanos recapacito y dijo: No, no
nos manchemos de su sangre, no lo matemos, pero si tirémoslo al pozo y que el
mismo se defienda como pueda y así lo hicieron.
Pero pasadas unas horas, se acerca una caravana de
Ismaelitas con destino a Egipto, el imperio, tierra de faraones y riquezas por
montones; Y dice Judá, hermano de José, que buena idea fue no matar a este
soñadorcito, saquémoslo del pozo y vendámoslo como esclavo a estos Ismaelitas y
así fue, José es llevado a Egipto.
ISRAEL DESCONSOLADO
Concluida la confabulación macabra, ahora es necesario dar una
explicación coherente que convenza a Israel sobre los sucesos tormentosos de su
hijo; Sus hermanos maquinan un cuento malévolo y le presentan a su padre, la túnica
de su hijo con sangre de becerro haciéndola pasar por la del joven y le exclaman:
José ha sido devorado por una bestia furiosa, sus carnes
descuartizadas deben estar por doquier, irreconocible debe yacer el muchacho,
se ha ido, nos ha dejado.
Entonces Israel levanta su mirada, abre sus brazos al cielo
y brotan lágrimas a borbotones sobre sus mejillas, su mente es devastada y su
alma desgarrada ante el inmenso dolor por la partida de su amado hijo.
Luto cubre mi vida, tristeza aguardan en mis días,
desconsuelo alberga mi mirada, el silencio es mi compañía, nada me llena, nada
me consuela, ¡Dejadme solo! Y no miren atrás, lloraré y lloraré hasta que mis
carnes se sequen y mi rostro palidezca.
Mientras Israel vive una congoja insuperable por su adorado
hijo, el más querido de todos, que en realidad está vivo, es entregado a
Pontifar, capitán de la guardia faraónica, quien se dispone a darle sus días
más crueles.
¿Qué le espera a José? ¿Cuál es el futuro de los once
hermanos restantes? ¿Qué sorpresas le aguardan a Israel? ¿Cuál es el giro
impactante que influirá de gran manera en toda la historia del pueblo de Israel
gracias a José? No te la pierdas en la próxima entrega de la saga de José, el
soñador de Dios.
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