19 ene 2021

REBECA: MUJERES DE LA BIBLIA

 

rebeca con los camellos

Busca a una mujer virtuosa y ámala para siempre.


ISAAC Y REBECA


EL CRIADO Y SU MISIÓN

 

Tenía el patriarca Abraham en su villa a un criado amado por él, un hombre de toda su confianza en el que depositaba fielmente la administración de sus bienes.

 

A este honorable criado, Abraham le encomienda bajo juramento y guiado por un ángel, la tarea de encontrarle una mujer virtuosa a su hijo Isaac, una mujer escogida por Dios.

 

Enterado de la misión, el criado se presenta y toma nota atenta de las recomendaciones de Abraham. Las especificaciones son claras: No tomar para su hijo Isaac a una mujer cananea, sino que tiene que ser de la tierra y parentela de Abraham.

 

Entonces, el criado le pregunta acerca de las conjeturas del viaje y de posibles imprevistos: ¿Qué sucede si tengo inconvenientes? ¿qué tal que no quiera venir conmigo? ¿Qué pasa si la familia se opone o no se den las circunstancias?

 

No te preocupes, le espeto Abraham:

 

El Dios del cielo me tomo de la casa de mi padre, de la tierra de mi familia y me juro diciéndome: A tu descendencia entregaré esta tierra, un ángel ira delante y traerás de allá a esa mujer para mi hijo (Génesis 24:7).

 

Dispuesto y preparado para la faena, el criado toma 10 camellos para el viaje y Abraham sabiendo como son las cosas, lo dota de magníficos regalos para que cumpla con la tradición y hable con propiedad ante la futura esposa y su familia.

 

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BUSCANDO ESPOSA PARA ISAAC

 

Luego de un apacible viaje, llega el criado a la ciudad de Nacor en la Mesopotamia y contempla como a determinadas horas, todas las damas se acercan al pozo de la comarca a llenar jarras de agua y pensó:

 

En Dios deposito mi fe y en este lugar me toparé con esa mujer virtuosa, escogida por Dios para su siervo Isaac; Para mí, le pediré agua, ella me dará de beber y también ofrecerá agua a los camellos y con esta acción reconoceré que ella es la elegida.

 

No había terminado el criado de completar sus palabras, cuando desde el horizonte cercano, el mismísimo sol sale a adornar las sombras de tan esbelta y agraciada mujer, las jarras de agua se contonean con su figura de lado a lado como si de jazmines se tratara.

 

Cegado por su encanto, pero con gran respeto y obediencia a las órdenes superiores, el criado le pide de beber y ella amablemente le extiende el cántaro y le asevera que hay suficiente para los camellos, calmándole la sed también a los animales.

 

Se trataba nada más y nada menos que de Rebeca, la hija de Betuel, nieta de Nacor, hermano de Abraham y prima de Isaac; Una virgen, un portento de mujer esplendorosa y fértil, en la cima de su juventud, de caminar delicado, voz serena, generosa y temerosa de Dios.

 

El criado ya sabía que esa era la elegida del Señor, pero aun así espero y le pregunto sus orígenes, le dio los brazaletes de oro y le pidió posada, a lo que ella accedió con el beneplácito de su familia.

 

El hombre se inclinó, miro a los cielos y dio gracias al Dios de la vida por permitirle llevar a cabo su misión de encontrar a Rebeca, la mujer en quien Dios hallo gracias para seguir la descendencia prometida a la familia de Abraham.

 

Estando ya el criado disfrutando de la hospitalidad de la casa Nacor, decide no probar bocado hasta relatarles al pie de la letra todo lo acontecido, las solicitudes de Abraham y las órdenes del Dios de la creación.

 

Esperando respuesta el criado a la petición de manos de Rebeca, recibe la siguiente respuesta de su familia:

 

Aquí está Rebeca delante de ti, tómala, márchate y que sea mujer del hijo de tu señor, como lo ha mandado Dios. (Génesis 24:51).

 

Escuchado esto, fue llamada a petición la voluntad de Rebeca, para que también decidiera ella misma su futuro; La escogida decide aceptar libremente ser la mujer de Isaac, entonces, celebraron, repartieron regalos a toda la familia, comieron y bebieron con gran alegría.

 

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isaac conoce a su esposa rebeca

ISAAC Y REBECA SE CONOCEN

 

Y bendijeron a Rebeca diciéndole: Hermana nuestra, sé la madre de millares por doquier y que tus descendientes sean tantos, que se extiendan hasta las puertas de nuestros enemigos.

 

El criado, Rebeca y su séquito se marchan a la tierra de Abraham, donde la espera su prometido Isaac; No habían llegado a su nuevo hogar, cuando Isaac ya los había divisado, se sacude las alpargatas, pega un brinco nervioso y sale al encuentro presurosamente.

 

Rebeca alzando sus ojos, avista a lo lejos, sin saber, la silueta de su futuro esposo y pregunta acerca de quién es él; Ese es mi Señor, ese es Isaac, le responde el criado.

 

Acercándose a paso lento, camina Isaac al encuentro con Rebeca, sus pies se tornan temblorosos y su rostro palidece, conteniendo su impulso, saluda primero al criado y con el rabillo del ojo acaricia con su mirada el velo de Rebeca y detonan sus pensamientos.


Bella, bella, como el agua fresca del manantial, así es tu sonrisa Rebeca, finas manos y delicados pies, como ovejillas de plata; No te caben los ojos en el rostro, no te caben tus cejas en el velo, así te veo, amada mía, como un nido de miel en mi corazón que arde y reposa.

 

Y la llevo Isaac a su casa, la presento a sus padres, le mostró sus tierras, la tomo por mujer, la consoló y la amo por el resto de su vida.

 

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