Quien tenga esta esperanza en Él, se purificará. 1 Juan 3: 3
Nuestra esperanza solo puede estar puesta en Dios, nuestras fuerzas
solo pueden estar amparadas en Él, solo tú, Dios eterno, respaldas nuestro
esfuerzo, contigo Señor empiezo este nuevo día, alabado seas Padre celestial
porque mi esperanza está en Ti.
La confianza nuestra y la esperanza solo pueden esperar en
Dios debido a que somos seres limitados, perfectamente defectuosos, no en su
esencia, sino en su proceder; No tenemos la capacidad de ver el futuro tal cual es,
ni cómo será, por lo tanto todo esfuerzo y experticia que se tenga no garantiza
la exactitud de lo que esperamos o queremos, solo Dios sabe el destino
inmediato y lejano de cada partícula.
Cuando depositamos nuestras esperanzas en Dios, el efecto es purificador, esto quiere decir que no siempre sucederán los hechos como queremos que sean, pero fuera del resultado que se dé, la sola acción de tomarse el tiempo y de decir internamente “Dios mío en Ti espero” debe ser garantía para que esa circunstancia en concreto ya está bendita pase lo que pase.
La esperanza en Dios tiene efecto purificador
La esperanza nos da la confianza de que se lograra lo que
necesitamos o deseamos, en que conseguiremos ese objeto, persona, circunstancia
o instancia que nos facilite o acerque a lo que queremos, es aquí en este
momento cuando podemos flaquear debido a que la materialización del hecho aún
no es una realidad.
La esperanza como tal es una virtud que nos permite esperar férreamente,
con ánimo resuelto de que Dios nos concederá los bienes que en nuestro interior
creemos que merecemos, hasta tal punto que en la súplica por medio de la
oración, terminamos considerando que es una promesa que Él nos cumplirá.
La esperanza en este estadio pasa a ser fe y esta tiene el
poder de transformar las cosas a su estado más simple y original, elimina lo
extraño de cualquier cosa, es decir, limpia lo imperfecto, purifica el ambiente
de lo prometido, dando por medio de la acción la consecución de las metas o
expectativas que nos proponemos.
La esperanza ilusiona, la fe redirecciona y la acción
concreta; Por esto debemos tener confianza en Él para que nos purifique y
cantemos victoria en nuestros objetivos, sin perder nunca de vista la necesidad
constante de Dios en todas las cosas, ya que un logro no es más que una meta
alcanzada que genera por reacción una nueva por conseguir, por lo tanto la
constancia en el Creador de la vida es y será en todo momento un ejercicio
vitalicio.
La constancia, más que la esperanza, la fe y la purificación
de las cosas, es lo que nos permitirá el logro supremo, que no es otro que llegar
a vivir una vida longeva, de buenos recuerdos, de legados positivos y ante todo
saber en nuestro corazón que siempre fuimos temerosos de las voluntades y órdenes
venidas de lo alto.
- Yo estoy a la puerta y llamo
- Se nos tornará a salud
- Gloriaos en su santo nombre
- Petición a Dios en tiempos del COVID-19
- Oración por nuestros abuelitos
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