AQUÍ ESTOY YO, LLAMÁNDOTE
Yo estoy en la puerta y llamo: Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él. Apocalipsis 3:20
Dios nos dice metafóricamente que Él siempre está disponible
para nosotros, no importa el día, momento o circunstancia, Él está ahí en la
puerta, Él camina y te la toca, Él te llama.
La paciencia de Dios no tiene comparación, Él te espera, te
deja reposar de tus cargas, de tus temores y circunstancias, pero siempre está
dispuesto a llamarte en todo momento, tú decides ese instante en el que le
abres la puerta.
Cualquier buen o mal momento, sin importar las vicisitudes
de la vida no son el impedimento para escuchar a Dios cuando Él llama, debemos
estar atentos a su toque, porque en su infinito entender nos tenderá la mano
cuando más lo necesitemos ¡Recuerda! Dios no hace acepción de personas, por lo
tanto, tu ser, tu presencia y tu diario vivir, también hacen parte del todo y
Dios es el todo.
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SI ALGUNO OYE MI VOZ Y ABRE LA PUERTA
Demuestra nuestra ceguera espiritual y denota que son muchos
los que aun llamándolos y tocándolos, no escuchan ni sienten; Pero su inmenso
amor nos permite saber que si lo queremos de verdad, solo es abrir la puerta. Ábrele
ya y deja que viva en ti, que habite en tu ser; que Dios entre en tu corazón.
Su voz constantemente está resonando, Él no se cansa, no se
desespera, Él entiende perfectamente la naturaleza humana y sabe de la
incapacidad de sus hijos para escuchar lo perfecto, lo verdaderamente
significativo y provechoso para nuestras vidas.
Su comprensión y amor sin límites se nos muestra en su
paciencia, Él no nos obliga, en ningún caso busca controlar nuestro libre
albedrío, solamente nos da las pistas y ayudas para que escuchemos su voz y
abramos la puerta; La puerta de la libertad interior.
ENTRARÉ A ÉL
Dios entra en nosotros si así lo queremos de corazón, decídete
a escuchar su voz, a estar pendiente cuando nos toca la puerta y abrírsela con
los brazos abiertos; Para Él esto es una alegría, pero para nosotros es una necesidad
superior, el mejor regalo de nuestras vidas y el magnetismo para quienes nos
rodean.
Al aceptar a Dios, aceptamos un plan de vida, un barco con timón
que nos lleva por los mejores destinos de nuestra existencia, pero esto no
quiere decir que todo puerto será un arribo maravilloso, recordemos que estamos
en la tierra y la presencia de Dios lo que nos denota es un estado de
conciencia espiritual superior que está por encima de los atajos, prisas o
reveses de la vida.
Estar cerca de Dios nos da la tranquilidad y entendimiento de
que nuestra presencia aquí en la tierra es algo necesario y a veces tormentoso,
pero que hay algo más, algo superlativo y muy misterioso a lo que debemos
escuchar.
Luego de escuchar, abrir la puerta y dejarlo entrar, con seguridad tendrás el aliento superior que tanto esperabas, ahora úsalo, aprovéchalo, cultívalo y muéstralo al mundo.
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